Probablemente, la última entrada del año para La Nave Consular viene a cargo de El Jorgediante, de quien ya he hablado en alguna ocasión. En este caso, se trata de una reseña muy interesante sobre la primera parte de la última trilogía tolkienesca de Peter Jackson: El Hobbit. Os dejo con el principio del artículo que se ha currado para que vayáis abriendo boca:
¡Peter Jackson lo ha vuelto a conseguir! «El Hobbit: Un viaje inesperado» no ha sido ninguna sorpresa “inesperada” a nivel cinematográfico. Lejos de eso, ha sido bastante continuista con respecto a los último trabajos firmados por el director neozelandés. Ahora bien, ¿es esto bueno o es malo?
Veamos... Estamos en diciembre del año 2001, voy con un grupo de amigos a ver la primera entrega de la primera trilogía en la historia del cine en ser rodada al completo antes de estrenarse ninguna de sus partes. Un proyecto titánico (con permiso de «Titanic»), vaya. Lo que sentí esa tarde de Navidad fue una de esas experiencias inolvidables en la vida que me recuerdan por qué amo tanto el Séptimo Arte. Una banda sonora memorable, una ambientación sublime, un ritmo casi perfecto, unos personajes con carisma (con Gandalf el Gris llevándose la palma) y un prólogo... ¡Qué decir de su prólogo! Una pequeña obra de arte en sí mismo que confieso revisar de tanto en tanto en YouTube porque es toda una joyita inspiradora a más no poder, una carta de amor a los cuentos para dormir.
¡Y esto no es todo! Sigue leyendo la reseña de El Hobbit: un viaje inesperado
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