De vez en cuando salgo a comer por ahí y, lejos de ir a uno de estos restaurantes donde todo es pulcro y exquisito en sus formas, acabo en bares más "de siempre", esos bares donde la barra pide cañas por sí misma y dejas de tener nombre para pasar a llamarte "¿lo de siempre?". Lo de siempre, claro: marinera y caña, y ve preparando una jarra.
Esos son los bares de siempre, los bares de la infancia, los bares de una época en que las leyes eran menos estrictas y la comida sabía diferente, más casera, más, cómo decirlo... salmonelada. Eran los restaurantes donde creció mi generación, la generación de los gamers de la vieja escuela: la generación de la recreativa de bar.
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