En La Nave Consular no paramos. Bueno, sí que lo hacemos, pero vamos cogiendo el ritmo. En esta ocasión, soy yo quien firma (nunca mejor dicho) un pequeño artículo de opinión general que comienza así:
Los nombres, como diría Gaiman, tienen poder. Si no os lo creéis, sólo hay que echar un vistazo a cada cartel promocional que aparece en la calle: estrellas mediáticas, nombres, anunciando grandes marcas, películas que harían dormir al más estoico dirigidas por directores de renombre se llevan el premio de turno, Best-sellers que pueblan las estanterías cada 12 meses con un nuevo libro del que sólo se recordará el título (y, tal vez, la opinión que el crítico prestigioso dé sobre él).
Hazte un nombre. Cría fama. Solo así lograrás que tu película de 90 minutos pase a durar 9 horas. Solo con un nombre publicarán el libro que ha escrito el negro (Ghostwriter) de turno sin nombre. Los 'críticos' de actualidad darán por hecho que tu obra es especial (no digo ya buena o mala, sólo digna de mención) si, en el catálogo de la exposición que inaugurarán distinguidos personajes de tu sector, reconocen tu nombre. Arial, 153, negrita, subrayado.
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